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martes, 3 de abril de 2018

EL HOMBRE Y EL MUNDO


"Arreglando al hombre se puede arreglar el mundo"

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios de aminorarlos.

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, y viendo que era imposible sacarlo, trata de distraer su atención dándole una revista en donde venía el mapa del mundo, lo recortó en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: 

"Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo rato, para que lo repares sin ayuda de nadie".

Solo pasaron algunas horas cuando escuchó la voz del niño que le decía: "Papá, ya arreglé el mundo".

Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?

"Hijo, tú no sabías como era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?"

"Papá, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo"...






miércoles, 21 de marzo de 2018

#Auténticos - DOWN ESPAÑA Día Mundial del Síndrome de Down 2018

Ellos no son diferentes, son ¡Auténticos!.... En el Día Mundial del Síndrome de Down.. Bendito sea Dios por su existencia...










martes, 20 de marzo de 2018

ASAMBLEA EN 
LA CARPINTERÍA

Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos


Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.

¿La causa?
¡Hacía demasiado ruido! Y además, se pasaba todo el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero. Se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo juego de ajedrez.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabras el serrucho y dijo:
"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en un grupo las personas buscan a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Este cuento tiene toda la fantasía de una película taquillera, pero es el guion que todo líder de grupo debe esculpir entre sus integrantes. La carpintería demuestra que un grupo está lleno de personas diferentemente iguales, pero es función de cada líder o director tratar de ayudar a cada quien a ser más y más de lo que ya es. Los grandes líderes miran hacia adentro de la compañía, dentro de cada persona, hacia el interior de las diferencias de estilos, metas, necesidades y motivaciones de cada quien. Esas diferencias son menores y sutiles, pero los grandes líderes deben prestarle atención. Las diferencias sutiles son las que los orientan hacia la mejor manera de sacar a flote los talentos únicos de cada quien para convertirlos en desempeño. Hoy todos debemos ser un orfebre de talentos emocionales.




viernes, 9 de marzo de 2018



LA CASA DE LOS MIL ESPEJOS

"No somos responsables 
de la cara que tenemos, pero sí
somos responsables de la cara que ponemos".

Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentró en el cuarto.

Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1.000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.

Los 1.000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1.000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él! Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando: ¡Qué lugar tan agradable. Voy a venir más seguido a visitarlo!

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1.000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio cómo los 1.000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1.000 perritos le ladraron también.

Cuando este perrito salió del cuarto pensó: ¡Qué lugar tan horrible es éste. Nunca volveré a entrar ahí!

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1.000 espejos".

Todos los rostros del mundo son espejos... decide cuál rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, solo se sienten con el corazón...



martes, 6 de marzo de 2018

"El país de los pozos"



Era el país de los pozos. Cualquier visitante extraño que llegara a ese país no vería más que pozos: grandes, pequeños, feos, hermosos, ricos, pobres... Y alrededor de los pozos no vería casi vegetación, pues la tierra estaba reseca.

Los pozos hablaban entre sí, pero a distancia; siempre había tierra de por medio. En realidad, lo único que hablaba era el brocal, lo que se ve a ras de la tierra. Y daba la impresión de que, al hablar, sonaba a hueco. Porque, claro, procedía de lugares huecos.

Resultado de imagen para el pais de los pozosComo el brocal estaba hueco, en los pozos se producía una sensación como de vacío, de vértigo, de ansiedad... Y cada uno tendía a llenarlo como podía: con cosas, ruidos, sensaciones raras y hasta con libros y sabiduría...



Entre los pozos, algunos tenían un gran brocal en el que cabían muchas cosas. Otros tenían un brocal pequeñito, pero también cabían cosas.
Resultado de imagen para el pais de los pozos

Las cosas pasaban de moda, entonces los pozos las cambiaban. Por eso continuamente estaban llenando el brocal de cosas nuevas, diferentes... Y quien más tenía era más respetado y admirado...

Pero, en el fondo, no estaban nunca a gusto con lo que tenían. El brocal estaba siempre reseco y sediento.

¿He dicho "en el fondo"?

Bueno, sí. Es que la mayoría, a través de los espacios libres que quedaban entre las cosas que tenían metidas en el brocal, percibían en su interior algo misterioso... sus dedos tocaban en ocasiones el agua del fondo.

Ante aquella sensación tan rara, unos sintieron miedo y no quisieron volver a sentirla. Otros encontraban tanta dificultad a causa de las cosas que abarrotaban el brocal, que se rindieron pronto y decidieron olvidar aquellos que había "en el fondo".

También se hablaba -en la superficie- de aquellas "experiencias profundas" que muchos sentían... Pero muchos se reían y decían que todo eso eran ilusiones... que no había más realidad que el brocal y las cosas que entraban en el hueco.

Pero hubo alguno que empezó a mirar hacia dentro... y entusiasmado con aquella sensación que experimentaba en su interior, trató de ahondar más.

Como las cosas que había ido metiendo en el brocal le molestaban, prefirió librarse de ellas y las echó fuera. Y fue eliminando el ruido hasta quedarse en silencio.

Entonces, en el silencio del brocal, oyó burbujear el agua allá abajo... y sintió una paz enorme, una paz viva, que venía de la profundidad.

Y ya no eran solo las manos, sino los brazos y... ¡todo el pozo!, el que se refrescaba y saciaba su sed en el agua.

Entonces el pozo experimentó que aquello, justamente, era su razón de ser: allí, en el fondo, se sentía él mismo. Hasta entonces había creído que el ser pozo era el tener un brocal muy grande, muy rico y adornado, bien lleno de cosas.

Y así, mientras otros pozos trataban de agrandar su brocal, para que el hueco fuera más grande y cupieran más cosas, éste, buceando en su interior, descubría que lo mejor de sí mismo estaba en la profundidad, y que era "más pozo" cuanta más profundidad tenía.

Imagen relacionadaFeliz por el descubrimiento, intentó comunicarlo a los demás y comenzó a sacar agua de su interior. El agua, al salir, refrescaba la tierra reseca y la hacía fértil y pronto nacieron las flores alrededor del pozo.

Imagen relacionadaLa noticia corrió enseguida. Las reacciones fueron muy variadas: unos se mostraron indiferentes ante el descubrimiento; otros sintieron la nostalgia de algo que, en el fondo, también ellos percibían. Otros despreciaron aquel "invento de poesía", como lo llamaron. Hubo a quien le pareció una pérdida de tiempo aquel trabajo de sacar agua de su interior... Y la mayoría optó por no hacerle caso, pues la verdad era que estaban muy ocupados rellenando de cosas sus brocales.

Ya se habían acostumbrado a la sensación que el tener cosas les producía y hasta se sentían a gusto con el ruido que había fuera...

Imagen relacionadaSin embargo, algunos intentaron la experiencia. Y después de librarse de las cosas que los rellenaban, encontraron también el agua en su interior.

A partir de entonces la sorpresa de éstos fue creciendo: comprobaron que, por más agua que sacaban de su interior para esparcirla alrededor suyo, no se vaciaban, sino que se sentían más frescos y renovados.

Y, al seguir profundizando en su interior, descubrieron que todos los pozos estaban unidos por aquello que era su misma razón de ser: el agua.

Así comenzó una comunicación "a fondo" entre ellos, porque las paredes del pozo dejaron de ser límites infranqueables. Se comunicaban "en profundidad", sin importarles cómo era el brocal de uno o de otro, ya que eso no influía en lo que había en el fondo.

Eso sí, en cada pozo el agua adquiría un sabor, incluso unas propiedades distintas, era lo característico del pozo.

Pero el descubrimiento más sensacional vino después, cuando los pozos que ya vivían "su profundidad" llegaron a la conclusión de que el agua que les daba la vida y que era su "razón de ser", no nacía allí mismo, en cada uno, sino que venía para todos de un mismo lugar... y bucearon siguiendo la corriente de agua... Y descubrieron... ¡el manantial!

El manantial estaba allá lejos, en la gran Montaña del País de los Pozos y cuya presencia apenas habían percibido, pero que estaba allí: majestuosa, serena, pacífica... y con el secreto de la vida en su interior.

La Montaña siempre había estado allí: unas veces apenas visible, entre nubes, otras veces radiante, siempre vigilante y dándose cuenta de todo lo que ocurría en torno suyo. Pero la verdad es que los pozos habían estado muy ocupados en adornar su brocal y apenas se habían molestado en mirar a la Montaña.

La Montaña también había estado siempre aquí, en la profundidad de cada pozo, porque su manantial llegaba hasta ellos haciendo que fueran pozos.

Desde entonces, los pozos que habían descubierto su ser, se esforzaban en hacer más grande su interior y en aumentar su profundidad, para que el manantial pudiera llegar con más facilidad hasta ellos... Y el agua que sacaban de sí mismos iba embelleciendo la tierra y transformaba el paisaje.





viernes, 2 de marzo de 2018



Imagen relacionadaEL HOMBRE 
CON LAS MANOS ATADAS

Érase una vez un hombre como los demás, tenía cualidades y defectos. 
No era diferente.

Una noche, repentinamente..., sonaron unos golpes secos a su puerta. Cuando abrió se encontró con sus enemigos. Eran varios y habían venido juntos. Sus enemigos le ataron las manos. Después le dijeron que así era mejor, que así, con las manos atadas, no podría hacer nada malo. Y se fueron..., dejando un guardia a la puerta, para que nadie pudiera desatarlo.

Al principio se desesperó y trató de romper las ligaduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó, poco a poco, acomodarse a su situación. Poco a poco, consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Al principio, le costaba hasta quitarse los zapatos. Hubo un día que consiguió encender y fumarse un cigarrillo. Y empezó a olvidarse que antes tenía las manos libres.

Mientras tanto, su guardián le comunicaba, día tras día, las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres. Pero el guardián se olvidaba decirle las cosas buenas, que esos mismos hombres hacían con las manos libres.

Pasaron muchos años... El hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas. 
Y cuando su guardián le señalaba que, gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él, el hombre de las manos atadas, no podía hacer nada malo, se olvidaba decirle que tampoco podía hacer nada bueno.

El hombre empezó a creer que era mejor vivir con las manos atadas. Además, ¡estaba tan acostumbrado a sus ligaduras...! 

Pasaron muchos años, muchísimos años...
Un día, sus amigos, sorprendieron al guardián, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre.
- "Ya eres libre"- le dijeron...

Pero habían llegado demasiado tarde.
Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas y, aunque así, con las manos libres ya no podía hacer cosas malas, tampoco podría ya hacer cosas buenas

Autor desconocido/a