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viernes, 2 de marzo de 2018



Imagen relacionadaEL HOMBRE 
CON LAS MANOS ATADAS

Érase una vez un hombre como los demás, tenía cualidades y defectos. 
No era diferente.

Una noche, repentinamente..., sonaron unos golpes secos a su puerta. Cuando abrió se encontró con sus enemigos. Eran varios y habían venido juntos. Sus enemigos le ataron las manos. Después le dijeron que así era mejor, que así, con las manos atadas, no podría hacer nada malo. Y se fueron..., dejando un guardia a la puerta, para que nadie pudiera desatarlo.

Al principio se desesperó y trató de romper las ligaduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó, poco a poco, acomodarse a su situación. Poco a poco, consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Al principio, le costaba hasta quitarse los zapatos. Hubo un día que consiguió encender y fumarse un cigarrillo. Y empezó a olvidarse que antes tenía las manos libres.

Mientras tanto, su guardián le comunicaba, día tras día, las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres. Pero el guardián se olvidaba decirle las cosas buenas, que esos mismos hombres hacían con las manos libres.

Pasaron muchos años... El hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas. 
Y cuando su guardián le señalaba que, gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él, el hombre de las manos atadas, no podía hacer nada malo, se olvidaba decirle que tampoco podía hacer nada bueno.

El hombre empezó a creer que era mejor vivir con las manos atadas. Además, ¡estaba tan acostumbrado a sus ligaduras...! 

Pasaron muchos años, muchísimos años...
Un día, sus amigos, sorprendieron al guardián, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre.
- "Ya eres libre"- le dijeron...

Pero habían llegado demasiado tarde.
Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas y, aunque así, con las manos libres ya no podía hacer cosas malas, tampoco podría ya hacer cosas buenas

Autor desconocido/a

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